sábado, 26 de septiembre de 2009

¡Y QUE SE VENGAN!

La pelota de la risa

Cuando te veo reír
Me gustaría detener el tiempo
Y robarle a la vida
Un puñado de sueños
Y venderlos al mejor postor
O guisarlos como alimento
Para iluminar los días sin sol
O llenar los extraños momentos

Y me gusta patear la pelota de la risa
Para que te rías.

¡Y me la devuelvas!

Que de esa alegría
Germinen ilusiones
Hermosas canciones
O simples sandías.

Porque me gustaría llegar a tener…
Una sinfonía que fuera eterna,
De Alegría,
De ilusiones y sueños
Y entregarte mi mayor riqueza
Que es todo este amor
¡Y mi mas preciado te quiero!

sábado, 19 de septiembre de 2009

La canción del Jardinero

Por donde empezar...


Yo quisiera para mis niñas
Un cofrecito de palabras justas
Y entre poesías y cuentos
Despertar cabecitas curiosas

Yo quisiera que de mi mano
Entraran a la gran lectura
Y a ese mundo idílico
Donde la imaginación
Abriendo alas se involucra.

Yo quisiera ser un eslabón
Un escalón a los grandes retos
De castillos mágicos
Historias verdaderas
Y misteriosos cuentos.

Porque en realidad
Yo me conformo
Con ser ese lugar de encuentro
Donde ustedes puedan preguntar…

Mmmmm!
Me decís por donde empiezo?


imágen, Picasso.

La Mancha ( 2da. parte)


En ese mismo momento, comenzaba una nueva transmutación -¡cuidado por favor! ¡No te acerques tanto! Dijo asustada Luz, mientras todos expectantes veían como la mancha tomaba la forma de un óvalo color azul, los niños habían hecho unos pasos hacia atrás, menos Juan, que al encontrarse sentado, solo atinó a repoyarse sobre sus antebrazos y abriendo los ojos tanto como pudo quedó casi recostado frente a el óvalo.
Primero un sonido, luego la luz y por último aquella voz…
Las calles habían quedado mudas, nadie se encontraba alrededor, solo nosotros que poco a poco fuimos perdiendo el miedo inicial y volvimos lentamente acercándonos.
-¿Quién está allí?- Preguntó la voz. Nosotros entre codazos nos miramos, pero nadie se animó a responder, luego, se hizo un largo silencio y nada mas sucedió.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

PORQUE LA MUSICA TAMBIEN COMUNICA

Un cuento

Era la tarde de no recuerdo bien que día, pero como todas, el regreso a casa no se parecía a nada por ser un momento especial –y digo especial- porque eran verdaderas travesías, nos sentíamos libre con derecho, y así; recorríamos nuestras callecitas, orgullosos y felices por la confianza que nuestros padres nos profesaban.
Había transcurrido más de medio año, terminaba Septiembre y con él, se acercaba el verano. Las tardes llegaban recargadas de sol, con jardineras hinchadas de flores recreando la vista y casas inundadas de colores.
Nosotros, ni bien cruzábamos la esquina del colegio, dejábamos de ser esas blancas palomitas, para convertirnos en inquietas banderolas de guardapolvos colgados por doquier y revoleándolos como pañuelos a punto de estallar, corríamos en puñados detrás de algún nuevo descubrimiento que esperaba por nosotros.
Así transcurrían en aquellos años, nuestros días.
Yo tenía doce años, la misma edad que Esperanza y Martín; Juan era dos años mayor y su hermana Liz, acababa de cumplir los diez.
Varios días atrás habíamos descubierto una extraña pared, más exactamente, la mancha sobre ella que pasaba de negro violento a blanco, luego a violáceo y otras veces la encontrábamos amarillenta, pero lo mas extraño era su forma, que a veces parecía perderse y otras crecía repentinamente hasta asustarnos.
En esos días que llevábamos observándola, notamos que nada tenía que ver con el clima o el horario del día; la mancha, no guardaba relación alguna con nada ni nadie.

-¿En que pensás?- Preguntó Espe, mientras Juan, tocándose la barbilla se sentó muy cerca frente a la pared y a media voz dijo…
-¿No oyen?


continuará...

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